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El teatro en las aulas

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Tximeleta

El teatro en las aulas

Lunes, juegos deportivos, martes inglés, miércoles colchos, jueves historia, viernes… ¡teatro!
Durante algunos meses así es la rutina de mi hijo. Teatro forma parte de sus opciones y
siempre la escoge. Algo que me alegra profundamente. No porque sea actriz y quiera que siga
mis pasos bla, bla, bla… sino porque sé que el teatro es fundamental para su desarrollo.

Con el teatro se trabajan muchísimos aspectos positivos para uno mismo y para el trabajo en grupo.
Qué pena que no se le haga ningún caso.

En los últimos años hemos asistido a un movimiento que iba sacando de las aulas las
humanidades, las asignaturas que por creativas, artísticas o menos basadas en la adquisición
de conocimientos se consideraban no importantes.

Algo que deja muy cojo el sistema educativo, demasiado centrado en tratar a nuestras hijas e
hijos como productos que deben ser competitivos, eficaces y excelentes.

Pero el teatro ni siquiera estaba ahí. Siempre ha sido algo optativo, que tenía que ver con si te
gusta o no el escenario, si vales para eso, si te atraen las artes escénicas… Y nada más lejos de
la realidad.

Los beneficios del teatro

Yo me dedico al teatro, siempre me gustó y lo escogí. A mi lado había docenas de personas
que no siguieron por ahí pero les ayudó enormemente en su desarrollo. Lo he visto más
claramente cuando he dado clase de teatro a niños, niñas, jóvenes y personas adultas.
El teatro les ayuda a abrir puertas, hacia fuera y hacia dentro.

Es una actividad que estimula nuestro conocimiento personal, físico y psíquico. Nos obliga a
trabajar en grupo, a negociar, ceder, comprometernos en una actividad con los demás.
Fomenta, cómo no, la imaginación, la expresividad, la expresión oral y corporal. Ayuda a
identificar emociones, a gestionarlas. A comprender cómo nos sentimos de vulnerables y
nerviosos ante una acción que produce cierto pánico. Ayuda entendernos, cómo me siento,
cómo me afecta que mis ideas no se usen, cómo me cuesta no ser líder o cómo me gusta que
me dirijan… A apoyarnos en el grupo y confiar en el trabajo de unos y otros. Potencia una
mirada grupal, a actuar por el bien de todo el grupo y no solamente por y para ti mismo…

En fin, es un ensayo de vivir y construir en sociedad. Un ensayo con posibilidades de parar y
repetir sobre mi manera de mostrarme y contribuir al mundo. Es un ensayo de nuestra obra
personal en el que aprendemos tanto…

Y eh, lo más importante, siempre, siempre, siempre: disfrutan, mucho, muchísimo. Ríen,
hacen amigos, juegan a ser otras personas, se aplauden, se sienten valorados. Disfrutan.
Ríen. Disfrutan.

Así que animemos a nuestras hijas e hijos a participar en el teatro (animar que no obligar eh,
jiji) para que puedan aprovecharse de ello y sacarle el jugo.

Y ojalá se normalice esta actividad en las aulas. SI al fin y al cabo, ya lo dicen, la vida es puro
teatro.

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